Exilios y plagas
2022-07-15
Maratón de presentaciones novelísticas el de ayer en la Carpa del Encuentro. Comenzó a las 18:00 con Azucre, de Bibiana Candia, a quien acompañó Verónica García-Peña: una novela cuya trama se inicia en la Galicia de 1853, donde, tras un invierno lluvioso que ha destrozado las cosechas, una epidemia de cólera ha empezado a hacer estragos entre la población, lo que provoca la emigración a Cuba de mil setecientos jóvenes que terminan vendidos como esclavos a un gallego afincado en la isla. Una historia real y dramática, pero poco conocida, «en gran parte», explicó la autora, «por vergüenza»; la vergüenza del volver pobre de la emigración que atraviesa toda la literatura popular gallega sumada a la de haber padecido algo tan humillante.
A las 18:30, turno para Daniel Serrano, que presentó Durante la plaga acompañado por Ángel de la Calle. En este caso, un Madrid asolado por el virus, donde el detective Ulises Lombardi recibe el encargo de encontrar a un anciano centenario que ha desaparecido y que posee una clave secreta que conecta con el pasado del propio Lombardi, guerrillero en la Argentina de su juventud, y que marchó al exilio tras conocer la tortura y el horror. Un cuento de detectives se propuso escribir Serrano en el que se recorrieran los «lugares del miedo» de la pandemia; el «hueco oscuro» que dejó la plaga, convertida en «una especie de distopía sin demasiadas imágenes». Los detectives protagonistas —Lombardi y una joven compañera, Sara— nos conducen por «un paisaje devastado» en el cual se percibe sin embargo, «muy claramente, cómo hay clases incluso en la catástrofe»:, los riders seguían recorriendo las calles vacías para llevar sus paquetes. Madrid. Pero también Argentina; una Argentina de la que a Serrano le ha subyugado siempre «la violencia y la capacidad de horror» que caracterizaron a su dictadura.
De Daniel Serrano a Rosa Ribas, que presentó sus Los buenos hijos junto a Pilar Sánchez Vicente. «A la familia Hernández y a su agencia de detectives, en el barrio de Sant Andreu», nos cuenta su sinopsis, «se ha incorporado Nora, que ha vuelto a casa tras su misteriosa desaparición, y que se resistirá a confesarle a sus padres dónde ha estado todo este tiempo. La agencia sigue ocupándose de algunos casos rutinarios, infidelidades, desapariciones… hasta que un día solicitan sus servicios un matrimonio que quiere saber por que se suicidó su hija adolescente». Ribas quiso —explicó— escribir una novela en la que la familia de detectives protagonista le sirviera para dar vueltas a la paradoja de que «los especialistas en descubrir los secretos ajenos a veces no saben lo que está sucediendo en su propia casa, a pesar de ser detectives o precisamente por ser detectives y muy capaces de esconder bien las cosas». Los detectives de esta novela «descubren que, de cerca, cuando nos miran, cuando nos ponen la lupa, todos estamos cargados de rarezas, y justamente son las rarezas las que nos dan personalidad y nos hacen individuos».
A las 20:00, después de que Juan Carlos Monedero presentase Democracia y cartelización de los partidos políticos, de Richard S. Katz y Peteer Mair, fue el turno de Sergio Ramírez, autor de Tongolele no sabía bailar, que presentó en compañía de Xuan Bello, con la colaboración del Aula de Cultura de El Comercio. Una novela ambientada en la Nicaragua de la que Ramírez ha tenido que exiliarse debido a sus desencuentros con la tiranía de Daniel Ortega. La trama nos presenta al inspector Dolores Morales, que debe enfrentarse en la distancia con un ser terrible apodado así, Tongolele, responsable último de su exilio en Honduras y que mueve con frialdad y cinismo, en parte gracias a los consejos adivinatorios de su madre, muchos hilos de la desquiciada política del país. Un país cuya revolución «ha dado la espalda a quienes la hicieron posible» también «desde la perspectiva cultural y literaria», como Gioconda Belli, exiliada, como Ramírez, en Madrid, o el trovador Carlos Mejías Godoy, que reside en México. Se corrigió a sí mismo Ramírez: «No se trata de la revolución, sino de una caricatura, de un engendro que nació de aquellos años heroicos».