Al final no vino el embajador ruso
La penúltima de Teobaldo

Teobaldo Antuña
2022-07-17
En marzo todavía una parte del ganado sigue por la zona de la marina, a cubierto de la invernada; la vaca se acercó a la ciudad, se asomó al entorno municipal y quedó asombrada.
Desde ambientes de la derecha consistorial, salió la especie de que el señor embajador de Rusia, país que empezaba a sembrar bombas sobre cabezas ucranias, había sido invitado a inaugurar la Semana Negra. Se difundió por la cloaca cibernética y hasta un diario local presuntamente serio llegó a hacerse eco, si bien rectificó rápidamente. ¿Con qué objeto? Simplemente seguir sembrando cizaña contra una actividad cultural a la que odian. Copio: «La alcaldesa de Gijón debe replantear seriamente la politización de la Semana Negra de Gijón cuyos promotores —apoyados económicamente por el Consistorio— han invitado al embajador ruso a inaugurar el encuentro confiando en que «de aquí al verano Rusia haya podido liberar Ucrania del nazismo capitalista y podamos tener una semana negra en paz». No puede haber mayor exaltación de la barbarie asesina. Y al amparo de un supuesto encuentro cultural pagado con los impuestos de todos».
Esto ha sido publicado, y aún hoy se puede leer, sin que a estas alturas se hayan preocupado de desmentir, rectificar o adornar, en El Debate, periódico fundado por Ángel Herrera Oria, uno de aquellos cardenales que bendijeron los cañones de Franco y sus secuaces. Para ver su nivel intelectual he ido al epígrafe «Cultura». Me he encontrado noticias tan interesantes como los encierros de Pamplona, la noticia de una corrida (de toros, matizo), algo sobre la monarquía, otro artículo sobre el Valle de los Caídos y una reseña sobre Ramiro de Maeztu.
La editora, Asociación Católica de Propagandistas, concede anualmente los premios Cardenal Herrera Oria, que este año ha recaído en un brillante escritor de la curia ovetense, de apellido Sangrador, un mixtificador de primer orden, de esos que hablan de Zeus como precursor del Nazareno y cosas parecidas. El mismo que en su día negó el permiso para que el Ateneo Republicano de Asturias colocara una placa en memoria de don José Maldonado González, último presidente de la República, en el cementerio de La Espina. Quizá hubiera pensado que era el propio presidente, y no su placa, quien debería estar ante el paredón.
Este diario está dirigido por Bieito Rubido. Entre sus propósitos editoriales afirma que «defiende los valores del humanismo cristiano», así que ya saben ustedes qué significa esa expresión, inventarse cargos contra sus oponentes ideológicos, hacerles sufrir en este valle de lágrimas, sin ánimo de contrición. Ni propósito de la enmienda.
Al final no ha venido el Señor Embajador de todas las Rusias y la Semana más larga del mundo se acaba. No se deprima, señora; no se nos hunda, caballero, que dentro de nada estaremos en la trigésimo sexta edición. Mientras tanto, me van a permitir una maldad. Si ustedes quieren pasar un rato divertido, abran la cuenta de la red social que sufran habitualmente y publiquen, con toda seriedad, esta noticia, absolutamente falsa, inventada por un falsario, militante de la Unión General de Timadores: «Un ciudadano playu, que responde al histórico nombre de Pelayo, ha presentado una moción de carácter urgente al pleno del Ayuntamiento de Gijón en la que propone que se derogue su impresentable nombre a la Calle de los Moros y se sustituya por el de la chispa de la Reconquista de España para el cristianismo, la gloriosa Batalla de Covadonga».