Asesinatos en serie
La Gorgona del Coroña

Pilar Sánchez Vicente
2022-07-12
Marcelino era profesor, tenía 38 años y recibió otras tantas cuchilladas a la puerta de su vivienda. Su violenta muerte conmocionó Tudela no más que a la propia jueza encargada del caso. Ese fue solo el primero. Mariano, granadino, apareció en un charco de sangre en su panadería, también con profusas heridas de arma blanca. Quince días habían transcurrido entre un asesinato y otro. Cuando la sociedad aún no lo había asimilado, llegó el tercero. Un estudiante de apenas 17 años, Pepo, apareció acuchillado en un trastero, en un céntrico y residencial edificio de Totana. En Murcia no podían creerlo. Tan joven, tan buena gente. El miedo se expandió como la pólvora. No había transcurrido un mes cuando tuvo lugar el cuarto asesinato. Fue un sábado por la mañana, cuando la ciudad dormía y nadie lo esperaba. El de Juan nadie podía creerlo, no había persona más entregada a su familia. Su mujer y sus hijos eran lo primero para él y en su negocio se desvivía por la clientela. Aquello hizo saltar todas las alarmas. ¡Cuatro asesinatos en un mes!
Pero aún faltaba por llegar lo peor. Sin que se conocieran los motivos, el ritmo se aceleró y a la semana siguiente cayeron otros cuatro. Mohamed dejó viuda y cuatro huérfanos y aquello demostró que no había clase social, raza ni religión que pudiera impedir aquellos salvajes asesinatos. Porque Carlos María tenía un casoplón en la Moraleja, pero ni su familia, su chófer o su criada pudieron evitar que fuera degollado como un cerdo. Eso fue el martes. El miércoles encontraron a Diego en la cama, sin vida, estrangulado en el barrio de Gracia y Barcelona entera se echó a la calle, sin que eso pudiera evitar que Mario apareciera tendido en el Raval con los intestinos fuera. El viernes la muerte viajó a Toledo y Rodolfo fue encontrado en una cuneta.
Las fotos de los asesinados y sus vidas llenaban las portadas, en radio y televisión no se hablaba de otra cosa. El Gobierno declaró tres días de luto nacional, las clases se suspendieron y la gente atemorizada ya no salía. Nadie estaba seguro ni siquiera dentro de casa. Dormían con el teléfono en la mano y un arma debajo de la almohada.
¿Quién iba a ser el siguiente?
Son casos reales, el primero tuvo lugar el 8 de enero de este mismo año, el resto fueron detrás. Solo que se llamaban Sara, Mónica, Claudia, Mercedes, Lobna, Isabel, Ivet, Victoria Cristina, Teodora… aunque nunca te dijeran sus nombres. Los feminicidios son relegados a páginas interiores, nunca abren los telediarios, se han convertido en el pan de cada día y esa anonimia contribuye a restarles importancia.
Desde 2010, 1300 mujeres fueron asesinadas y no son monstruos ni enfermos quienes las matan. Son buenos vecinos, chicos majos, divertidos compañeros de trabajo, los graciosos de la manada, hijos sanos del patriarcado. Como tú. Mírate bien. No eres dueño de nadie y el machismo es un cáncer que infiltra la sociedad y, si lo dejas, cala hasta los huesos y te convierte en otro asesino de la larga e interminable serie…
Si piensas remotamente que alguna mujer, por lo que sea, merece que la mates, suicídate ya de mano. Nos harás un gran favor a todas y la sociedad te lo agradecerá.