¡Ay, aquellas Semanas!
La penúltima de Teobaldo

Teobaldo Antuña
2021-07-16
La primera Semana Negra fue en El Musel, en 1988. «Yo no estaba, entonces: si no sería, como decías tú antes, empleada desde que hice la Primera Comunión. Yo llevaré viniendo unos 18 ó 19 años, y la pulpería en torno a 30».
Son algunos de los pioneros de la Semana. Cuando hablan tienen un punto de nostalgia, como si aquellos tiempos en que los espectáculos eran masivos fueran cosa de un pasado remoto. Los rótulos dicen «Pulpería Mario, Viveiro», si bien su referencia está en un chiringuito en la playa de Barreiro. Su relación con Gijón se complementa con la presencia en la Feria de Muestras («este año no vendremos») y la fiesta de Santiago, que organizaba el Centro Gallego.
Tere Louzao recuerda «que en los diez días que duraba la Semana había clientes que venían los diez. A comer pulpo. Hoy no se da eso. Había tanta gente que en ocasiones la cola que esperaba para entrar a nuestras mesas tapaba los puestos de venta de libros; algún librero se venía a quejar, pero claro, no éramos nosotros, sino propio el público el que se organizaba así. Ahora estamos en peor situación; el año pasado no pudimos instalarnos, y éste anda regular, como se ve con el dato de empleados, veinte ahora, contra los treinta que llegamos a tener».
Pide a Juan, un colaborador veterano, que se una a la conversación, para contar anécdotas. «Me recuerdo un año que ardió un autobús, la gente allí, clamando por las maletas. La actuación de los bomberos fue sobresaliente; era como en las películas, espectacular».
¿Movéis todo esto con un trailer? Tere: «¡Dos trailers y un camión! Por toda España». ¿Y las islas? Juan: «No, salvo una vez un señor que organizó una fiesta privada en Canarias; allá enviamos todo en un contenedor».
Todos tenemos la esperanza de que las cosas se corrijan; primero, la salud, luego la economía. «La Semana necesita volver a tenerlo todo junto: librería, feria, charlas…No es nada buena esta separación, con los caballitos al otro lado. Todo junto; el que quiera libros, libros, los niños a los carruseles, y el que quiera pulpo, pulpo. O cualquier otra cosa, que no sólo tenemos pulpo». Vendrán, seguramente, tiempos mejores.