Camino de Oz

Verónica García-Peña
2022-07-17
La luna en el mar riela y toca volver al hogar. Hoy, como todos estos días, el calor será mi centinela. Me acompañará como un manto; como una especial capa, pesada en ocasiones, que ha amenazado con derretirme hasta el pensamiento. Una amenaza, por fortuna, no cumplida y que, en cambio, lo que ha provocado es un curioso efecto inverso. Ese calor me ha servido, en realidad, para ver con otros ojos más abiertos todo lo que en esta Semana Negra, que ha regresado a su sede tradicional, pasaba. Máxime, lo que tenía que ver con la tinta y el papel.
Calor protegido por un dorado crepúsculo que se filtraba cada tarde entre las casas de madera de los libreros y las carpas blancas llenas de palabras, e iluminaba un particular camino de baldosas amarillas que no buscaba un oro perdido e inalcanzable, sino otra cosa. ¿Nos llevaba acaso a Oz? Quiero pensar que sí. Quiero creer que, como Dorita, cada día poníamos rumbo a la Ciudad Esmeralda, capital oficial de la mágica Tierra de Oz. Pero, ojo, a una tierra diferente para cada uno de nosotros, pues han sido nuestras decisiones y el camino escogido lo que ha determinado su construcción.
¿Oz? ¿De verdad? Sí, por supuesto que sí, y para llegar a él solo era necesario dejarse llevar. Creer. ¿Acaso habéis dejado de creer? Escoger un sendero y así, acompañados de quien quisiéramos —leones, espantapájaros, hombres de hojalata o de nuestra simple sombra— llegar, por ejemplo, a un Oz de cómic, a uno histórico o a uno totalmente negro. Oscuro. También a un Oz cargado de amor. ¿De qué tipo de amor? Del que más nos apeteciera. Amor a las palabras; a las luces y las sombras; al papel; a los personajes y sus autores… De igual forma, podíamos haber llegado a un Oz donde solo la realidad se impusiera y no hubiera hueco en él para la fantasía —quién sabe si la Nada llegó antes— o uno en el que ocurra justo lo contrario. Oz de tinta y leyendas; de azúcar y pan; de dibujos y viñetas. Oz de magia y aventuras.
¿Y qué Oz me llevo hoy a casa? ¿Hoy que se acerca el final? Pues hoy, bajo las estrellas y este manto ardiente que me ha estimulado a mirar de otro modo lo que a mi alrededor sucedía, me llevo uno repleto de poesía. Un Oz hecho de versos que tiñen de rojo mis zapatos, los siento resplandecer, y me invitan a bailar por mi camino de baldosas amarillas, el escogido, de regreso al hogar.