La poesía es un arma cargada de futuro
2024-07-10
Prometía antes de ayer Adrián Barbón asistir a la mesa redonda Sobre una idea de Asturias, que esta tarde se desarrolló en la Carpa de las Culturas con Xuan Cándano, David Guardado y Pablo Batalla, y cumplió, cumplió. Allí estuvo, en primera fila, acompañado de Ana Puerto, quien compitiera, hace un par de años, con ‘Floro’ en las primarias de la ASG. Y escucharon atentamente a quienes ya son, por derecho propio, los referentes fundamentales en la teoría sobre una idea de Asturias. Si el lunes el Presidente habló, en la Carpa de la Palabra, de tener en cuenta el amor propio de los asturianos a la hora de gobernar, también lo hicieron Cándano y Guardado, magistralmente conducidos por Batalla, poniendo sobre la mesa muchos de los problemas estructurales que aquejan hoy nuestra tierra. El de las infraestructuras, por ejemplo, lo abordó Cándano como la definición exacta de «cosmopaletismo». «Tardo más ahora en llegar a mi pueblo que cuando era guaje», aseguró.
Con un imaginario anestesiado por las sombras de ese «no molestar» de Pérez de Ayala, suscrito a las corrientes vinculadas a Menéndez Pidal que también siguieron Ortega y Gasset o el propio Unamuno, el mal endémico del autoodio asturiano «nun tien igua«, como se suele decir. ¿O sí? Explicaba Guardado que todos aquellos discursos eran, «en parte, ideológicos, planteados ante el debate del estatuto de autonomía de 1932», y, antes de eso, surgidos de la pugna contra el federalismo en el siglo XIX. Subyace el trauma asturiano sobre el mito del irredentarismo pero, aseguraron ambos casi al unísono, empleado correctamente podría dar sus frutos. «Es una de las pocas cosas que nos quedan de todo lo que pasó de los setenta hasta ahora«, dijeron; eso, y el asturianismo cultural. No así el político, «porque se confundió de país desde el principio», decía Cándano. El debate duró una hora, pero daba para una jornada entera. Tiempo habrá.
Pasemos a la literatura. Apunten este nombre: Bernardo Bédavo. Es el detective que protagoniza En blanco y negro, la novela de Marcelino Cortina que ayer se presentó, con Rafa Testón liderando el cotarro, en la Carpa de las Culturas. Usando la imaginada (y que siga siendo así) presencia de un asesino en serio en El Entrego, en 1978, Cortina aprovecha para hacer memoria de un tiempo y un lugar en el que «había un cuartel de Guardia Civil en cada esquina», especialmente en las Cuencas Mineras. Pero también aprovecha para «dignificar al asturiano como idioma», evitando su «folclorización»: el narrador, omnisciente, habla en castellano, pero sus personajes en asturiano, y no solo para encontrar la «chispa» de humor generalmente asociada a nuestra lengua.
«Todos los crímenes que narro en la novela son muertes reales», desveló el autor. Se permitió concentrarlas en un tiempo más breve, una quincena, pero todas están documentadas. En aquella ocasión, el asesino se llamó «siniestralidad laboral». Algo mucho más terrorífico que cualquier asesino serial que podamos imaginarnos. Lo más oscuro del ser humano, pero con conciencia y tino: pura novela negra. Y algo importante: Cortina criticó a esos autores que se sacan el secreto del misterio «de una chistera». Son ya unos cuantos los escritores que lo han hecho en esta Semana Negra y es de agradecer. ¡Que se escuchen nuestras súplicas!
Vino a presentar un libro, La niña bonita y los Chapones de Bimeda, y al final Rafa Lorenzo se arrancó a cantar, guitarra en mano. Diremos en su descargo que la publicación, en realidad, es un audio libro basado en dos historias de represión en época de posguerra. Por eso presentaba Ernesto Burgos, porque no hay nadie mejor (o pocos) para contextualizar ese tema. Mencionó Lorenzo a Alfonso Camín, cronista de aquel tiempo a su manera: en verso y desde la distancia, y adaptó sus letras hasta convertirlas en «Niña bonita»: «Niña que fue ultrajada / por llevar rojo el pañuelo». Fue un maestro de la metáfora el autor de Macorina, y lo es también, de revestirla de belleza con su voz privilegiada y un virtuosismo que nunca se le extingue, Rafa Lorenzo, nuestro Rafa Lorenzo. Prestó.
En los primeros días de la SN nos presentaron los enigmas en torno a Clarín, y ayer pasamos de padre a hijo con la mesa redonda En torno al Rector, con Pedro de Silva, Leopoldo Tolívar Alas y Ricardo Labra, quien recordó un asesinato paralelo: el de otro rector, amigo de Unamuno, Salvador Vila, rector provisional en la Universidad de Granada. Sobre su muerte y también la de Alas pesó siempre la leyenda de haber sido fusilados por ser masones, cuando no lo eran; el silencio, cundo no la mentira, se imponen. Por eso Pedro de Silva, autor de la obra El rector (2014), quiso ensalzar la figura de Roberto Sánchez Ramos, Rivi, bajo cuya estadía al frente de la cartera de Cultura en el Ayuntamiento de Oviedo propició la teatralización de un trabajo por el que De Silva no quiso cobrar derechos de autor. «De tantos custodios de la memoria histórica como tenemos en este país no dieron en poner ni un solo gestor como Rivi, capaz de poner en práctica esa recuperación de la memoria», valoró el ex Presidente del Principado.
«Fueron unos años sórdidos», reflexionó, justo después, Leopoldo Tolivar, nieto del rector. De su memoria familiar, pero también de la documentación en base a pliegos custodiados en el Archivo Histórico Provincial de Asturias, conoce que la noticia de la muerte anunciada de su abuelo circuló tiempo antes entre los que habían sido sus compañeros de claustro. Se creyó que le aplicarían la ‘ley de fugas’: liberar al preso para, después, ejecutarlo clandestinamente. Al saberlo, nombraron una comisión para entrevistarse con Aranda, quienes les tranquilizó: Alas, les dijo, sería fusilado, sí, pero «por lo legal». Sabemos que no tiene límites la crueldad, pero aún así sigue habiendo cosas que siguen sorprendiendo. Y estremeciendo. El indigno fusilamiento de Tolivar, aún no suficientemente comentado, es una de ellas.
La Carpa de las Culturas se hizo ‘punk’ por una hora cuando, para rematar el día, los versos se lanzaron al aire con Poesía en acción: micros abiertos en Asturias. Hubo poetas. Muchos: David Suárez ‘Suarón’ Javier Muñiz, Cani Vidal, Tania González, Mariano J. Sánchez, Anabel Cósimo, Ana Luengo, Fernando G. Magdalena y Alba G. Torres. Cada uno con su estilo, modo y manera. Solo tres ejemplos: Alba G. Torres (una de las Miradas Violetas de 2024, por cierto) poetizó la salud mental y clamó «a cambiar este mundo que nos hizo dementes»; Cani Vidal se lanzó a la pandereta, y con Fernando García Magdalena y su poema invitando a, vamos a decirlo así, ejecutar cierta práctica sexual dizque vejatoria con cierto político extremista, una de las asistentes se levantó y, ofendida, se fue. No se puede tener contento a todo el mundo.