Dos dificultades claves en ‘Tongolele’

Sergio Ramírez
2022-07-15
Nueve escritores invitados a la SN hablan de la escritura de sus libros; de la chispa que la motivó, las procelosidades de su proceso de documentación o las dificultades y obstáculos encontrados durante la redacción y cómo se resolvieron, con vistas a aconsejar y ayudar a escritores noveles o que aspiran a serlo. Hoy es el turno de Sergio Ramírez, autor de Tongolele.
La primera dificultad a resolver en Tongolele no sabía bailar fue la inmediatez de los acontecimientos verdaderos que me proponía insertar como piezas claves del relato; y luego el peso de su realidad histórica, dos asuntos que son capitales porque pueden arruinar la propuesta de ficción que entraña una novela.
Mi personaje, el inspector Dolores Morales, acaba de ser desterrado a Honduras, y se propone regresar a Nicaragua, donde van a empezar a desarrollarse los hechos que arrancan en abril de 2018, cuando una rebelión juvenil desarmada es reprimida a sangre y fuego, con más de 400 muertos. Como el inspector Morales vive en el presente, estos hechos son ineludibles; sería un paisaje extraño si al volver a Nicaragua, nada de esto estuviera ocurriendo.
Los hechos históricos relevantes se decantan generalmente con el tiempo antes de entrar en las páginas de un relato de ficción, porque así ganan distancia, y no estorban con su presencia demasiado obvia. Pero si narraba en presente, ni yo ni el inspector Morales podíamos eludirlos, de modo que escogí algunos de los más relevantes, por brutales: el incendio deliberado por mano de los paramilitares de una fábrica de colchones, que es a la vez la residencia de una familia, que muere abrasada; y el ataque a la iglesia de la Divina Misericordia, llena de refugiados que han huido del ataque a la vecina Universidad Nacional.
Son hechos que, además de inmediatos, hacen correr el riesgo de que al presentarlos insertos en la novela parezcan como una denuncia deliberada de la brutalidad del régimen; y una novela no es un instrumento de denuncia. Pero debían estar allí porque la novela, tal como fue concebida, los necesitaba. Una novela tiene necesidades que el escritor debe satisfacer, no al revés, que la novela satisfaga las necesidades, digamos políticas, del escritor.
Me parece que, para enfrentar ambas dificultades, inmediatez, y relevancia política de los hechos insertados, la novela negra es un instrumento muy adecuado, porque ofrece un camino paralelo, digamos un atajo, para llegar a ellos, y hacer que fluyan dentro de la perspectiva de ficción sin que su presencia se vuelva estorbosa, por demasiado obvia.
Al fin y al cabo, para mi se trataba de utilizar el instrumento de la novela negra, tal como la concebimos en América Latina, para hacer una exploración de los mecanismos oscuros del poder. Y en este sentido, esta es una novela negra sobre el poder, un tema que me apasiona.
El poder de que trata esta novela es contemporáneo, inmediato, sigue allí, una dictadura que aún no termina su recorrido, y por lo tanto deja abierta la continuidad de la serie del inspector Morales, que tiene ya tres novelas, y podría llegar a tener una o varias más.
Todo dependerá de lo que la realidad me siga dictando, o siga reflejando en el espejo de la ficción