El caso del piso 3-Y: un infanticidio resuelto… por unos periódicos
Gijón negro

Arantza Margolles
2021-07-17
Los Fresnos, 1956
Allá donde hoy se levanta una mole comercial conocieron los gijoneses viejos un campo de fútbol dedicado, en la posguerra, a la memoria de los hermanos Fresno, falangistas de pro cuya historia hoy no viene al caso. Porque nada tienen que ver con el hecho de que, mucho tiempo después de sus trágicas muertes, se encontrase en plena pradería, entre resbalón y resbalón de los atletas, el cadáver de un bebé que encontrara la muerte por las manos asesinas que le habían apretado el gaznate nada más llegar a este mundo. En una caja de cartón, envuelto en periódicos, abandonado a su suerte.
Y ahí, en el primer párrafo, tienen ustedes ya el punto que dio resolución al caso: los ejemplares de prensa, que eran, por cierto, de El Comercio, y repartidos por suscripción. Concretamente, según rezaba una inscripción pintarrajeada a lápiz en la portada del ejemplar, la que correspondía al «piso 3-Y». Pero no se crean que iba a ser tan fácil. El código no hablaba por sí solo y la respuesta solo la podría tener la repartidora (se dilucidó su sexo por el tipo de letra, más femenino) de periódicos que lo hubiera escrito. Así, al más puro estilo de la Cenicienta, pero no probando zapatitos de cristal sino haciendo a todo el listado de repartidoras anotar en un papel la inscripción 3-Y, se daría con la respuesta.
El ejemplar había sido vendido en la Cuesta de Correos el tres de mayo. Las pesquisas acabarían dando con el lugar del crimen: una casa bien en la que servía una criada canguesa, que había parido en casa sin que sus señores lo supieran (o eso, al menos, dijeron los papeles) y acabado con el fruto de su deshonra de forma tan inhumana como desesperada. Fin de la historia. ¿Les pareció una investigación fácil? ¡Eso es que no tuvieron que comparar tantos 3, ni tantas y!