El genio del idioma
2022-07-09
Decía Michael Corleone en alguna de las tres partes de El Padrino que si algo nos ha enseñado la historia es que se puede matar a cualquiera. Ayer mataron a un exprimer ministro japonés, Shinzo Abe, en plena calle, durante un mitin. Tiempo turbulento este. Todo vuelve, y también los magnicidios. El noir ocurre hoy, cada vez más, a plena luz del día. Prosperan inquietantes y sórdidas amenazas en esta tercera década del siglo XXI. Ayer se comentaba en la primera actividad celebrada en la Carpa del Encuentro la vigencia que va cobrando la Escuela de Frankfurt: aquel colectivo de brillantes filósofos alemanes que se enfrentaron a la tarea de comprender cómo diablos una sociedad culta como la de su país había entrado mansamente en el maelstrom fascista. La historia no se repite, pero rima. Y la Semana Negra va también de advertir al personal de los ecos de esas rimas. De gritar: «¡Cuidado!».
De cuidar el castellano, también. Varios periódicos titulaban así lo de Abe: «Muere Shinzo Abe tras ser disparado durante un mitin». En su literalidad, lo que nos transmite ese titular es que un tipo arrastró una catapulta hasta el mitin de Abe, agarró a Abe, colocó a Abe en la cuchara del artilugio y entonces lo disparó al quinto pino. Mortal de necesidad, claro. Parece ser que en Japón se toman muy pocas medidas de seguridad debido al bajísimo índice de criminalidad, pero que un asesino pueda hacer todo esto con tranquilidad parece excesivo. Fuera bromas, un fantasma recorre España: el fantasma del anglicismo, de las influencias, no ya léxicas, sino sintácticas del inglés; de la contaminación de estructuras ajenas a lo que Álex Grijelmo llama «el genio del idioma». Shinzo Abe dies after being shot… Acá somos festivos y transgresores, pero no dejamos de ser guardianes de la lengua de Cervantes; propagadores orgullosos de la literatura de un idioma con quinientos millones de hablantes. Que no por ello es mejor ni más importante que un idioma con cien mil o cien o diez hablantes, ojo. Pero del que es una bendición que nos permita charlar distendidamente con, por ejemplo, el argentino Marcello Guerrieri, simpatiquísimo y sonriente literato, a quien verán estos días por el festival. O escuchar y entender las canciones neotrovadoras de la cubana Liuba María Hevia.
País extraño y especial, Japón, a cuya cultura, por cierto, se consagra uno de los stands de la Calle de las Librerías, con una encantadora oferta de libros que van de los estudios de la religiosidad nipona a delicados libros de haikus del gran Matsuo Basho. No dejen de echarle un vistazo. Mucho que hacer en este festival inimitable.