Esta guerra no se puede ganar
La penúltima de Teobaldo

Teobaldo Antuña
2023-07-11
A cualquiera que preguntes te dirá que está en contra de la guerra. De las guerras. Sin embargo, miles de personas aplaudirán en Gijón la exhibición de máquinas de matar sobrevolando nuestras cabezas. «En verdad, las personas mayores son muy extrañas».
Lucía Nosti preguntaba a Vanesa Izquierdo: «¿Qué se puede decir a la población para que no apoye el Festival aéreo?». Desde mi modestia dos cosas: estos aparatos nos son juguetes, son artefactos letales; estos artefactos pueden caerse sobre vuestros niños.
No es broma: el jefe de la Patrulla Águila, que tantas piruetas dibujó sobre San Lorenzo, se ha matado en el Mediterráneo haciendo eso mismo. No es el primer aparato que se viene abajo en los últimos años; es un peligro jugar con estas cosas sobre las ciudades.
El Ejército que antes solo servía para andar en procesión detrás de los santos está siendo conscientemente blanqueado. Lo sacaron a la calle cuando el virus, que por cierto no se asustó nada y siguió matando; lo que necesitábamos era un ejército de batas blancas bien equipado. Lo sacan a apagar fuegos, por fin una idea útil, pero innecesaria si las plantillas de bomberos fueran las correctas.
Se justifica la Fábrica de Armas de Trubia con los puestos de trabajo. Aprovechemos esa tecnología para material quirúrgico, que lo importamos todo a precio de oro. Puestos de trabajo y salud a la par.
Hizo hoy Pere Brunet programa doble. Primero en la Carpa de la Palabra, luego en los arrabales de lo oficial, en Kamchaka. Repitió la frase del asesor de la CIA: «Esta guerra no se puede ganar». La ofensiva rusa ha fracasado, la contraofensiva de Kiev está empantanada, hay que buscar soluciones.
No te pienses que esto es la lucha de David contra Goliat. En el tablero de Ucrania están jugando una partida asesina las grandes potencias. Rusia tenía la OTAN en Berlín y ahora la tiene en el patio de casa; Estados Unidos pretende debilitar a Rusia para así influir sobre China; China quiere… Y todo ello a costa de las vidas de la ciudadanía ucraniana y de miles de jóvenes rusos obligados a ir al frente.
Mientras tanto les vendemos tanques que estaban fuera de uso, obuses de uranio empobrecido almacenados desde la guerra de Serbia y bombas de racimo que no sabíamos en qué emplear. Grandes saldos.
«Esta guerra no se puede ganar». La estamos perdiendo todos. ¿Qué tal si colaboramos a pararla?