Informe n.º 8
Informes para la Instauración y Buena Observancia de la Nueva Normalidad

Jesús Palacios
2021-07-16
Informador: Agente Rudolf Lavrentius Montag n.º 451/1984//AF632///003
Recopilados por Jesús Palacios. Secretario Oficina de Instauración n.º 1990/21//G11811
Reporte n.º 8 SN/NN0/ANN2021/07/08
Agente Montag reportando.
Con respecto a sus preguntas de ayer, puedo asegurar en términos generales que la mayor parte de los participantes en la Semana Negra manifiestan, al menos en sus intervenciones públicas y obra escrita, rechazo y oposición hacia la industria pornográfica y la pornografía en casi todas (por no decir todas) sus expresiones, especialmente las audiovisuales, pero también las gráficas, artísticas o literarias. En el peor de los casos, aquellos y aquellas que no están convencidos, guardan silencio, así como guardan silencio quienes consumen pornografía habitualmente (alrededor del 100% de los hombres, especialmente los pertenecientes al colectivo LGTBI+, y entre el 70 y el 80% de las mujeres, incluyendo también en menor número a aquellas que forman parte de dicho colectivo). Sin duda, se trata del mayor éxito alcanzado en este campo desde antes de la segunda guerra mundial y sin tener que recurrir a campos de reeducación, lobotomización, castración química ni a los tratamientos de shock o la Técnica Ludovico, que tan impopulares fueran, a la vez que ineficaces.
Por el contrario, al conectar de forma subterránea los prejuicios religioso-morales poderosamente imbricados en el pensamiento occidental por la tradición judeocristiana con la ética posmarxista que considera la pornografía como única y exclusivamente un constructo económico de explotación de la mujer, a través de los hilos conductores del puritanismo, el refuerzo de la unidad familiar y el patrón de controlar la vida privada del ciudadano incluso o, con mayor motivo, en su intimidad sexual, último reducto del deseo a doblegar, estamos consiguiendo nuestros fines. Con un poco de paciencia y propaganda, la industria pornográfica, en lugar de ser saneada y sometida a un costoso control legal para impedir abusos, coacciones o explotación, será declarada ilegal, con lo que producirá muchos más beneficios en la clandestinidad, permitiéndonos poseer una nueva fuente de ingresos mayor aún que la conseguida en su día con la prohibición temporal del alcohol (gracias a la cual pudimos crear el crimen organizado y dotar de poderes omnímodos al FBI al mismo tiempo) o actualmente con la de las drogas recreativas (que nos suponen ingentes ingresos tanto a través de los cárteles ilegales que las producen y comercializan como de los organismos creados para combatirlos). Pronto, al prohibir algo tan esencial como la pornografía, nuestras arcas rebosarán, mientras nuestra postura moral progresista e igualitaria será reforzada por los mismos sectores que hace medio siglo apoyaban la liberación sexual, el porno chic y demás aberraciones.
Solo queda controlar ciertas voces disidentes, algunas de las cuales paso a enumerar:
Virginie Despentes: «Hay algo que nos hemos tragado después de dos mil años de cristianismo y es que el sexo, al parecer, es malo. Hubo un realizador francés que solía comparar la pornografía con Auschwitz. Y lo cierto es que, sinceramente, prefiero hacer una mamada antes que entrar en una cámara de gas. Nos hemos creído todo eso de que el sexo daña la dignidad y la integridad de la mujer».
Camille Paglia: «Se ha producido una alianza increíble entre las feministas, las escuelas católicas y la extrema derecha. En los sesenta, parte de lo que mi generación hizo fue la revolución sexual. Las mujeres de mi época nos expresábamos de forma procaz. Intentábamos romper las viejas convenciones de clase media, y parte de ello eran las fabulosas revistas sexuales de la época, revistas que miraban hombres y mujeres».
Anna Arrowsmith: «Si mostrara un mapa del mundo con los lugares en los que la pornografía ha sido prohibida en otro color pero sin decir de qué se trata, se podría pensar que es un mapa de los países en los que los derechos de las mujeres son más restringidos».
Wendy McElroy: «La pornografía, con todas las demás formas de herejía sexual, como la homosexualidad, debe tener la misma protección legal que la herejía política. Esta protección es especialmente importante para las mujeres, cuya sexualidad ha sido controlada por la censura a lo largo de los siglos. Ver pornografía puede tener un efecto catártico en hombres que tienen impulsos violentos hacia las mujeres. Si esto es cierto, restringir la pornografía elimina una barrera protectora entre las mujeres y el abuso».
Recomiendo encarecidamente mantener alejadas a estas elementas lo máximo posible del discurso público, pero sin tomar medidas abiertamente represoras que puedan ser contraproducentes. Como siempre, la descontextualización, la burla y el insulto en redes y el ostracismo, son nuestra mejor baza. Fin del reporte.