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La edad de oro de las series


2022-07-10

Se inició ayer la tarde en la Carpa del Encuentro con una interesantísima mesa redonda, con nada menos que seis participantes: Noemí Trujillo, Lorenzo Silva, José R. Gómez Cabezas, José Luis Muñoz, Lluna Vicens y Javier Valenzuela. El tema: La literatura en los tiempos de las series de televisión. Los ponentes comentaron su relación personal con el medio audiovisual, ya como autores de novelas llevadas a la pantalla o como guionistas, caso este el de Noemí Trujillo, que trasladó su convicción de ser «la misma autora» al escribir novela, poesía o guion y se declaró «muy partidaria de un diálogo entre formas narrativas». Comentó también cada cual su parecer sobre la edad de oro de las series de televisión, con alguna nota crítica.

Habló por ejemplo Valenzuela de un «excesivo culto a las series» que ha remitido un tanto, pero que se verificó durante un tiempo en el que «ibas a una cena y todo el mundo, pedantemente, te nombraba una serie que solo él o ella había visto, o una plataforma muy particular». Se decían, considera el veterano periodista, «auténticos disparates» sobre una «revolución narrativa» que a su juicio no es tal, toda vez que «la narración por entregas es tan vieja como la historia de la humanidad: La Ilíada, las obras del supuesto Homero, eran», expuso Valenzuela, «narraciones serializadas; nadie estaba en el ágora mil ochocientas horas escuchando La Ilíada entera. Las leyendas artúricas o el Mío Cid eran historias serializadas por los juglares, que los juglares cortaban con los mismos trucos que hoy emplean las series». Para Valenzuela, «detrás de una buena serie hay un gran escritor, no ha cambiado nada, tiene que haber alguien que con un papel y un bolígrafo o un ordenador portátil escriba una historia con su trama, sus trabas, sus escenas, sus personajes, sus diálogos».

Similares reflexiones se hacía Lorenzo Silva, a juicio de quien «se despacha con cierta ligereza la etiqueta de obra maestra para las series de televisión». Como espectador, dijo, se está «quitando»: le ha pasado «mucho en los dos últimos años haber abandonado decenas de series en el capítulo uno o en el dos al ver cómo se recurre a los mismos trucos, las mismas estratagemas para engatusar al espectador». Reflexionaba también el exitoso literato que «el lenguaje audiovisual no es tan dúctil como la novela; hay que poner las cosas delante de la camara y una limitación industrial extra, que hace, por ejemplo, que ya no sea posible el cine poético que hacía un Tarkovski: vete a Amazon a venderle eso».

Los presentes comentaron también sus series preferidas: emergieron títulos esperables como los de The wire, Breaking bad (una serie sobre la que «sobrevuela el espíritu de Cervantes», con una suerte de Quijote y una suerte de Sancho, reflexionó Noemí Trujillo), Gomorra o True detective, pero también los de Retorno a Brideshead o Chernobyl o lo que podría llamarse un oldie: Canción triste de Hill Street. Buenas recomendaciones todas ellas, no cabe duda.

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