La literatura es magia

Javier Hernández Velázquez
2023-07-16
Escritores invitados a la SN hablan de la escritura de sus libros; de la chispa que la motivó, las procelosidades de su proceso de documentación o las dificultades y obstáculos encontrados durante la redacción y cómo se resolvieron, con vistas a aconsejar y ayudar a escritores noveles o que aspiran a serlo. Hoy, Akasha, de Javier Hernández Velázquez.
La literatura es magia. Un juego malabar que sintoniza la mente y las manos. La aventura de escribir es el viaje de leer y la epopeya de vivir. Para mí, como autor, no puedo prescindir del tridente creativo: leer, vivir y escribir. Son las tres patas que forman el eje, la piedra filosofal de mi universo literario.
Dicen que hay escritores y escritores de mapa y otros de brújula. Para mí, el destino nunca ha sido lo vital, sino el camino que me conduce al epílogo de la historia. En cada narración atravieso el desierto. No tengo idea de lo que estoy escribiendo hasta que acabo.
Sin leer ni escribir no me imagino una parte esencial de la vida. Escribiendo vives, como reflejaba el cantautor Joaquín Sabina en la canción del pirata cojo, en la que ya nos avisaba que soñar es gratis y que con un poco de imaginación parte de viaje en cada estrofa a vivir otras vidas, a probarse otros nombres de todos los hombres que nunca será. Esa parte de la canción refleja lo bello que es meterte en ese universo de escribir y de narrar historias.
En el proceso creativo nunca sé que me depara la siguiente página. Ignoro el camino, no tengo mapa. De hecho, creo firmemente que si lo tuviera todo sería más aburrido. Así que a mis personajes les dejo ese don primigenio del libre albedrío para encontrar la senda de su destino.
Y en la novela, Akasha, es el camino del guerrero, el bushido, basado en el concepto japones de Kaizen que tiene el sentir de que la vida importa más que la misión. Dado el sentir de la novela es una historia que funciona con bombas de tiempo dispuestas a estallar en la siguiente página. En este sentido, las palabras son todo lo que tengo. En muchas de mis anteriores novelas hago lo que yo denomino memoria histórica cultural de una isla y un archipiélago. Y escribo, como decía Isabel Allende, lo que no se debe olvidar: Exposición Surrealista en Tenerife en mayo de 1935, Exposición de Esculturas en la calle en 1973, la vida y andanzas de aquel grupo de los años 30 denominado Gaceta de Arte y sus sucesores, el grupo fetasiano.
¿Cuál fue el origen y qué motivó la escritura de la obra Akasha? Sin duda, el verme encerrado entre cuatro paredes en la pandemia me permitió ralentizar el entorno y volver a sintonizar con la realidad y convertir aquellos muros en un santuario creativo. El aislamiento y el silencio me hicieron empezar a escuchar todos mis murmullos internos y tuve en mi mano las piezas para armar el puzle de la novela: física cuántica, registros del alma, la vida circular, el multiverso, la inexistencia de tiempo y espacio. El estado de aislamiento me ayudó a despertar la paciencia y a dominar para poder escribir todas las emociones. La protagonista de Akasha conoce que si domina su inclinación hacia las siete emociones: odio, adoración, gozo, ansiedad, irritación, dolor y miedo. Si la resiste y es paciente, pronto comprendería todo lo que sucedía y estaría en armonía con la Eternidad.
Esa fue una de las causas que me llevó a encuadrar la historia en Japón y en los principios del bushido y en su código ético estricto y particular al que los samuráis entregaban sus vidas y, que exigía lealtad y honor hasta la muerte. Akasha bebe de ese camino de aprendizaje, conocimiento, filosofía, espiritualidad, disciplina, valores y principios.
Por eso en Akasha encontrarán reglas del confucianismo; del budismo y su estoicismo pleno que acompaña a la protagonista del relato a aceptar la muerte como una realidad ineludible y confiar en su carácter como constructor de su destino; una práctica zen que liberó su mente de las distracciones; y el sintoísmo.
Además, en el camino me permití el lujo de volver a visionar la mini serie de televisión Shogun, basada en la novela homónima de James Clavell con Toshiro Mifune y Richard Chamberlain y terminar en el cine de Akira Kurosawa.