La madre de todas las películas porno

Goran Tocilovac
2023-07-11
Escritores invitados a la SN hablan de la escritura de sus libros; de la chispa que la motivó, las procelosidades de su proceso de documentación o las dificultades y obstáculos encontrados durante la redacción y cómo se resolvieron, con vistas a aconsejar y ayudar a escritores noveles o que aspiran a serlo. Hoy, Placeres últimos, de Goran Tocilovac.
La chispa que motivó la escritura de esta novela: ver una película pornográfica, Behind the green door, filmada en Los Angeles en 1972. Y mucho más tarde, pensar en lo que nos toca vivir aquí y ahora.
Todo comenzó cuando pasaron en la televisión francesa un ciclo de películas de cine porno clásico, el que llamamos ahora el porno chic, y que comenzó (y terminó) en la década de los setenta. Me quedé deslumbrado por la originalidad de un cine sin trabas, con innovaciones técnicas desconocidas para la época, lluvias psicodélicas en cámara lenta, una banda musical de primerísima, un ingeniero del sonido brillante…, amén de la primera vez que se veía en la pantalla un múltiple coito interracial. Este canto, esta apoteosis de los cuerpos, coincide, plenamente, con una época de nuevas libertades y conquistas inaugurada en la década anterior. El LSD era barato y de buena calidad, circulaba sin mayores problemas en California, dando paso a las exploraciones tanto en el campo literario como en el de la pintura, la música o el cine. Un momento anárquico y liberador.
El mundo se nos cae encima… y esa es la caída estrepitosa en el aquí y ahora. El tercer milenio. Represiones y prohibiciones y una letanía de retrocesos que se prolonga sin cesar. El comienzo de un tiempo ultraliberal y pre fascista. (En esta frase, lo que más miedo pueda dar es «el comienzo»). Al principio fue el payaso de Berlusconi, luego vinieron los Trump, Orbán, Bolsonaro…, y la lista es interminable; ahí supe que necesitaba escribir mi novela tan, pero tan políticamente incorrecta. Al menos en el campo de la ficción podemos permitirnos todo tipo de abusos y libertinajes. Un signo de flaqueza, sin duda, ya que el poder ni siquiera considera que la literatura pueda ser subversiva.
Entonces, quise escribir la historia de un grupo de actores porno que en 2070 decide hacer una última película porno, «la madre de todas las películas porno». Estos actores lo viven como como un acto político, pero sobre todo quieren dejar un legado histórico de un arte que ha desaparecido para siempre, en un tiempo en el que el deseo ha dejado de existir por completo y el sexo se vuelve una obligación social para las continuas oleadas de inmigrantes. El deseo ha sido barrido por las nuevas generaciones de fármacos. La ciudad de París se ha vuelto un infierno irrespirable y la natalidad es un problema político mayor.
La filmación de la película Placeres últimos es el núcleo de esta ficción. Los personajes son los verdaderos actores de cine que existieron y aún existen, aparecen con sus nombres y apellidos. Espero que no me reprochen que en esta novela la vida se pueda prolongar más de la cuenta. Al menos eso: se vivirá peor pero más largo, vaya consuelo.
Esta película-ficción será, entonces, una historia de amores fatales y traiciones cobardes, odios ancestrales y repetidas venganzas.
Tal vez Placeres últimos sea, en última instancia, el relato de una epopeya.