Las camisetas son para el verano
La penúltima de Teobaldo

Teobaldo Antuña
2022-07-11
Verano y camisetas son binomio habitual. Los primeros se parecen entre sí, las segundas cambian con las modas. Como además llevan mensaje escrito, es divertido hacer inventario de todas las que se ofrecen en los puestos o las que pasean más o menos orgullosamente por el recinto semanero.
Hay camisetas con mensajes solidarios, con publicidad comercial, con estupideces de despedida de soltero, con alardes de haber visitado lugares exóticos… Y de fútbol, que no recomiendo desde el punto de vista del análisis financiero porque están en función de tres variables (el diseño cambiante anualmente, la publicidad pectoral y el nombre de la figura de moda) que las convierten en valores muy volátiles. Obsolescencia a un año vista.
La más exótica que he visto hoy ha sido una de la DDR. ¿A que ya no te acuerdas? Sí, hombre, sí, la República Democrática de Alemania, aquello que había desde Berlín hasta el oeste. Hace más de treinta años, pero el usuario conservaba la prenda nuevecita, igual ni les dio tiempo a estrenarla cuando cayó el Muro..
Las camisetas eran tradicionalmente prendas interiores, de las que solamente hacían gala los albañiles en las obras, pero ahora han salido del armario, se han convertido en símbolo de la nueva política descorbatada. Y de sus epígonos, como los socialdemócratas modernizados; un buen ejemplo lo tenemos en el señor alcalde de Pola de Siero, que es más difícil verlo de traje que a mí en misa.
Si usted hace un seguimiento por Internet, podrá ver que la última vez fue, probablemente, hace cinco años, cuando se casó. Debe irle muy bien, porque este año aparece en su despacho oficial con un jersey salmón en el que se lee, «Good sex no stress». ¿Consejo, propaganda de sus habilidades, solicitud urgente de ayuda? No puedo decirlo, no entiendo de alta política. Anteriormente nos había anunciado, sobre fondo verde que «There is no Planet B».
A la altura de los puestos de venta de libros he podido ver una señora que llevaba en el pecho una parrafada, por tanto, con letra tan pequeña que si quieres leer el lema te pueden acusar de acoso. Igual de peligroso me hubiera sido acercarme a un señor por su retaguardia para leer una página entera de algo que exhibía en la espalda.
Hay mucho mensaje en inglés, en las camisetas, aunque no sé si todos entienden lo que anuncian. Una adolescente de cara risueña paseaba su «Highway to the Hell» (Autopista al Infierno). Un joven padre de familia publicaba «Surf to the Death»: atónito me quedé; el deporte que se practica con una tabla de planchar siempre me había parecido propio de gente alegre y cantarina, para nada asociado a la muerte mortal.
Más adecuada a su físico me parecía la que lucía una masa varonil de metro ochenta de alto, diez arrobas de peso y constitución esférica, camiseta de tirantes de los Grizzlies de Vancouver. Los osos grises son animales temidos, que se comen salmones a destajo, pero estos Grizzlies de la NBA, competencia de los Raptors de Toronto, no parecen ser tan fieros como pretende su insignia, porque en seis temporadas perdieron el 78% de los partidos y salieron huyendo para Memphis. Allí mejoraron algo con las sucesivas colaboraciones de Pau y Marc Gasol.
Por otra parte, están las camisetas que tienen dibujos más cursis que un bikini con lentejuelas (que los hay, doy fe) Ahora bien, en el concurso de esta semana voto por la de la foto adjunta, Sindicato de Manteros, recogiendo firmas para una Iniciativa Legislativa Popular; si llegan a 500.000, el parlamento podría estudiar la posibilidad de una ley que regularice a los que trabajan en situación anómala. Debo decir que esta página iba a estar dedicada a las senegalesas que en la Semana hacen peinados de trenzas a las cabecitas blancas, No pudo ser, se negaron a salir en la foto. «Seguramente no tendrán papeles», me dijo la señora que me acompañaba. Y además estaban tensas, el recinto lleno de polis porque venía Zapatero. (El que fue gobernante, el que elabora sidra no trae escolta)