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Las fronteras de la novela negra


2021-07-17

 

A las 20:00, y hasta la 21:00 de ayer, la Carpa del Encuentro acogió una interesantísima mesa redonda de protagonismo exclusivamente femenino, con la salvedad del moderador Gustavo Forero. Marta Sanz, Elia Barceló, Claudia Piñeiro y Berna González Harbour charlaron sobre las fronteras de la novela negra.

Las ponentes compartieron reflexiones como la de que «deberíamos», disertó Barceló, «quitarnos de encima esa maldita manía de poner fronteras y etiquetas. En el mundo sobran fronteras, siempre estamos acotando terrenos y lo que hay que hacer es abrir, ampliar». A juicio de González Harbour, las reglas de la novela negra deben ser pocas; solo una en realidad: debe haber «un abusador y un abusado de cualquier tipo de crimen o violencia, y a partir de ahí, a jugar: ésa es la única frontera». Para Barceló, el futuro de la novela negra pasa por «la innovación constante; ofrecer lo imprevisible, sorprender al lector, que no siempre sea lo mismo».

Fueron largas y sustanciosas las disertaciones de Marta Sanz, que se declaró cada vez más interesada por «las hibridaciones, los lugares poco confortables, la poca posibilidad de hacer hipótesis que te lleven por buen camino», como ha ido demostrando en sus propias novelas. Reivindicó una novela negra impredecible frente a la predictibilidad de la bestsellerizada, «un género excesivamente comercial movido únicamente por intereses que tienen que ver con el mercado y la venta de las emociones». Hay, proclamó Sanz, que «sacar los pies del tiesto» y alumbrar un noir que sea «una manera de intervención en el espacio público». Apuntó también la autora de Pequeñas mujeres rojas cómo «cuando hablamos de lo negro, parece que hablamos de cosas violentas, pero muchas veces hablamos de la vulnerabilidad, de la falta de privilegios, de las desigualdades».

La desigualdad, aseveró a su vez Piñeiro, «siempre va a provocar crímenes», y la novela negra tiene también el deber de explorar «los crímenes que se esconden detrás del crimen», algo de lo que puso el ejemplo de un viejo conocido de la Semana Negra: Petros Márkaris y sus novelas ambientadas en la crisis griega, en las que, como ejemplificó la autora, un inmigrante mata a una persona en la página 2, y, después, «la novela es para ver por qué ese emigrante trajo una familia en un barco y no le dejan vivir en el país y la tiene escondida y hacinada en un cuarto con otras familias y encontró la oportunidad de matar a alguien para salvarlos a ellos inmolándose él, y eso es el sistema capitalista».

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