Las Malinches
Mujeres trabajadoras

Arantza Margolles
2023-07-16
«Reinas y malvadas de todos los tiempos», titula el último número de una conocida revista de divulgación. Bajo ese paraguas, historias de mujeres: a las esposas de Enrique VIII, recordemos que alguna de ellas decapitada por complacerle el capricho al rey gotoso, las define el ínclito portadón como «lobas inglesas»; a otras cuyo poder fue incontestado, como Catalina la Grande, las tilda de «indomables y déspotas»; y, por supuesto, aparece también el término «lideresas», cuya polisemia oficiosa tratamos ya hace unos días. Nada que sorprenda, permítanme decirles, en esta historia que nos hemos montado de putas o de santas, en la que las mujeres, aunque invisibles, aparecen, cuando es menester, como símbolo redentor de cualquier pifia masculina, devenidas en malas pécoras o en malinches. Este último término está en la RAE. Define a una «persona, movimiento, institución, etcétera, que comete traición». Vamos, algo que anda a la orden del día. Pues resulta que Malinche, así con mayúscula, también fue una mujer. Mexicana y superviviente a un tiempo convulso, porque convendrán conmigo que América no era el mejor sitio para nacer allá por el 1500.
Pues esa fue Malinche. Cuando Hernán Cortés derrotó a los aztecas, por esa época, allá que se encontró a Malinche, a la sazón esclava del cacique maya Tabscoob; mujer inteligente y políglota que dominaba el maya, el nahuátl y, pronto, también el castellano. Malinche se transformó, así, en consejera y traductora para los conquistadores, representada siempre en los códices mayas a la misma altura que los varones. Valiosa asesora de Hernán Cortés, mujer de Estado, su colaboración con el invasor hizo, sin embargo, que su nombre se convirtiera en el sinónimo de la traición; aunque nadie hable de que ella misma, exesclava, la había sufrido en sus carnes tiempo atrás. Habría tenido, tal vez, que dejarse matar la Malinche para pasar a la historia como una mujer buena; o quizás, en ese caso, nos habríamos olvidado de su nombre, como otras que así lo hicieron. La cuestión es que a la Malinche tampoco la rescata en demasía la historiografía del otro lado del asunto, de modo que… que le quiten lo bailao. Que ha sido mucho, a estas alturas del sarao. Hoy se termina la Semana Negra y nos deja la resaca de lo vivido, que no está nada mal. Repetiremos, mal que digan. Sin mirar atrás. Como una auténtica troupe de malinches.