Lo que la pandemia no transformó
2022-07-12
Es una auténtica maratón la lista de actividades que, día a día, acogen las tres carpas de la Semana Negra, y que se desarrollan con precisión de reloj atómico, puntuales como un lord británico, sin el menor retraso sobre los horarios programados. Y, entre ellas, decenas de presentaciones de libros de toda clase y condición. Ayer, en la Carpa del Encuentro, se presentaron seis. La primera, la de La secreta de Franco, de Pablo Alcántara, autor de la firma especial de este número de A Quemarropa, que allá explica las entretelas de esta obra sobre una vertiente no muy estudiada de la represión franquista.
Eugenio Fuentes sucedió a Alcántara en la tarima de la carpa más grande de este festival a las 18:30 para presentar su Perros mirando al cielo en compañía de Noemí Sabugal: una novela negra sobre el asesinato de un médico de urgencias durante unas vacaciones tras el estrés de la primera ola de la pandemia de covid, que un detective ya conocido de los lectores de fuentes, Ricardo Cupido, se vuelca a investigar tratando de elucidar si las razones del asesinato están en el presente o en el pasado que vuelve. Una novela que no trataba, cuando comenzó a ser escrita, sobre la pandemia, pero que se topó con la pandemia, y se vio obligada a integrarla en su trama. Y para la que, a diferencia de otras, a Eugenio Fuentes no le costó encontrar título: «A veces», contó a los espectadores, «le mando cinco títulos a la editorial, porque no me convence ninguno, o pido a los amigos el título, pero aquí lo vi claro, porque me parecía que el título era una metáfora perfecta de la condición humana. Somos como perros: tenemos un componetne biológico que nos ata al hambre, a la sed, al erotismo, a la pelea con otro… Pero, de vez en cuando, tenemos algo dentro que nos toca la trascendencia y somos algo más; sentimos amor, ternura, cosas que no tienen una explicación biológica». ¿Salimos mejores de una pandemia de la que se nos dijo que nos iba a hacer mejores? La novela de Fuentes trata justamente sobre cómo, tras la liberación, volvieron los asesinatos, la parte sucia de lo humano, aunque él mira el asunto con optimismo, prefiriendo fijarse en esas «miradas al cielo» que nos salvan.
La pandemia y cómo nos transformó o dejó de transformarnos, esa es el trasfondo otra de las novelas presentadas ayer en la Carpa del Encuentro: Existiríamos el mar, de Belén Gopegui, que mantuvo un interesantísimo conversatorio sobre estas y otras novelas con David Becerra. «Una novela coral», leemos, «que, sobre el trasfondo de la pandemia de COVID-19, nos muestra un mundo donde la incertidumbre, la precariedad laboral y las dificultades para costearse una vivienda están a la orden del día, y se ha abierto una brecha insalvable entre los que cuentan con patrimonio y aquellos que no; pero también, donde otras maneras de convivir, compartir y construir comunidad y familia se erigen como alternativas colectivas y solidarias que desafían las nefastas leyes de la exclusión social». A juicio de Gopegui, la pandemia no nos cambió. Durante la pandemia —explicó— «yo me temía que muchos de los discursos que se estaban haciendo no iban a llegar a ningún lado; que eso de que íbamos a salir mejores, que la sanidad pública se iba a ver reforzada, que las cajeras de supermercado se iban a convertir en las nuevas heroínas de nuestra sociedad… no iba a ser así». Escribió Gopegui su novela durante los meses del confinamiento y la escribió sobre esos presupuestos, haciendo esa apuesta pesimista. «Ojalá me hubiera equivocado; ojalá me hubiera salido una novela obsoleta por que se hubiera producido esa transformación, pero no fue así», comentó.
La presentación de Gopegui tuvo lugar a las 19:30. Antes, a las 19:00, había sido el turno de Pilar Sánchez Vicente, finalista, este año, del Premio Espartaco a la mejor novela histórica con La hija de las mareas. Una novela que presentó en compañía de Marta Sanz, protagonizada por Andrea Carbayo de Jovellanos, la Gabacha, hija de Gloria Carbayo, la Encantadora, y del ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos, que escribe unas memorias para dejar constancia de las aventuras y desventuras que la llevaron al lugar donde se halla, perseguida por la intransigencia del inquisidor Valdés: infancia en Oviedo; un paso por Oxford, donde asiste a la presentación de importantes descubrimientos para la medicina actual; otro por París, donde vive de cerca la Revolución francesa junto con Olympe de Gouges; la dirección de una escuela para niñas desfavorecidas y la fundación de un periódico clave de la guerra de la Independencia ya en España… Andrea Carbayo es un personaje ficticio, pero en el que Sánchez Vicente encarna con maestría y credibilidad un momento en el que, como expuso ayer, «a Europa le revientan las costuras del Antiguo Régimen por todos lados» y se produce «una guerra permanente de las mujeres por el acceso a la educación» en una suerte de pre-primera ola feminista; de «albur del feminismo» previo a aquel en el que «las sufragistas, cuando ya consiguieron la educación, hartas de buenas palabras, ponen bombas».
La última presentación libresca de ayer en la Carpa del Encuentro fue la de Terrible ángel, de Carlo Frabetti: una novela sobre dos jóvenes aficionados al clandestino deporte de la estegofilia o alpinismo urbano (subir por tejados y azoteas) que se enamoran de una enigmática y bella pintora, tras la repentina desaparición de la cual emprenden una búsqueda que pondrá a prueba su valor y su inteligencia. A Frabetti lo acompañaron Ángel de la Calle y Norman Fernández, que preguntó al autor italiano afincado en España por el secreto de la asombrosa variedad de su obra, que incluye desde literatura infantil hasta ciencia-ficción, pasando por divulgación científica, teoría política o novela. Respondió Frabetti comentando su sensación de, en realidad, «escribir siempre sobre lo mismo, que es sobre lo que escribe Belén Gopegui: la necesidad de transformar el mundo. Los vehículos cambian a veces, pero el viaje siempre es el mismo: partir de una realidad sumamente insatisfactoria e injusta e intentar por todos los medios un discurso y, en ocasiones, una propuesta de acción que vaya en el sentido de modificarla».
Transformar una realidad injusta: el sueño de Andrea Carbayo y el de todos los hombres y mujeres de bien.