Los hombres que no leían a las mujeres
La Gorgona del Coroña

Pilar Sánchez Vicente
2022-07-10
Podría haberlo titulado «las mujeres que leían demasiado», pues las mujeres leen más que los hombres en todas las franjas de edad, con especial diferencia en la pubertad y en la edad madura. De los 55 a los 65, por cada 10 mujeres que leen habitualmente hay 17 hombres que no abren un libro. Pero este otro dato me llamó más la atención: una encuesta realizada por Goodreads reveló que el 80% de los títulos escritos por mujeres fueron leídos por mujeres, quienes también leyeron el 50% de los libros escritos por hombres.
Es lo que se ha dado en llamar la discriminación difusa, un proceso que inicia por el principio: no te leen por ser mujer. No llegan al 20% los lectores varones de las diez escritoras más vendidas en Reino Unido (una lista donde están Jane Austen, Danielle Steel o Margaret Atwood) Y son la mitad de los diez escritores más vendidos en Inglaterra (incluidos Charles Dickens, Stephen King o J. R. R. Tolkien), el otro 50% son lectoras. Dicho de otro modo: las mujeres están mucho más predispuestas a leer libros escritos por hombres que al revés; a los hombres parece importarles más bien poco lo que pueda explicarles la otra mitad de la humanidad.
Decía Concepción Gimeno en el siglo XIX que «las literatas tenemos en contra nuestra a los estúpidos, los ignorantes, los burlones de oficio, los pedantes de profesión, los poetastros, los retrógrados, los entendimientos apolillados, los hombres de ideas rancias y las mujeres necias. Si la literata es reservada, la llaman orgullosa; si es expansiva, charlatana; si es seria, altanera; si es alegre, loca; si es triste, romántica. Si habla poco dicen que es desdeñosa y si habla mucho es que quiere imponer o lucir sus conocimientos. Si se dedica a la poesía, es debido a su condición más débil y propensa a las emociones; si se dedica a la novela, sólo puede ser autobiográfica». Supuestos elogios como «no parece escrito por una mujer», «no lo habrá hecho ella», «lo escribió ella, pero hay muy pocas como ella», «cuando te leo tengo la sensación de leer a un hombre» o «es su única obra buena» nos condenan a la marginalidad permanente, ya que de esta forma se nos aísla impidiendo establecer relaciones e influencias. Otra de las formas más extendidas de trivializar nuestros éxitos es relacionándolos con el físico, algo que jamás sucede con los autores masculinos. O bien eres demasiado guapa, y entonces llegaste a lo alto a base de desgastar rodillera, o bien eres poco atractiva y tus textos brillantes son producto de tus frustraciones.
La literatura negra fue uno de los ámbitos de monopolio masculino durante años, tanto en autores como en protagonistas. Actualmente esto está cambiando y esta Semana contamos con la presencia de grandes autoras del país e internacionales a las que te recomiendo no perder en el programa. Igualmente, de cherchez la femme y la femme fatale en novelas que jamás pasarían el test de Bechdel, hemos pasado a inspectoras, comisarias y detectives que dejan huella, como Petra Delicado, Bruna Husky, Amaia Salazar, Valentina Redondo, Virginia Chamorro, Cornelia Weber-Tejedor o mi propia Sara Ocaña…
El sexismo en la literatura navega entre una conspiración consciente o una auténtica ignorancia. Evita las dos y esta semana, cuando vayas a comprar un libro, querido amigo, cambia de registro. Léenos a una de nosotras, somos igual o más buenas y, sobre todo, ampliarás tu punto de vista sobre la humanidad.