Muchas ganas de «cacharritos»
La penúltima de Teobaldo

Teobaldo Antuña
2021-07-17
La palabra cacharritos es la habitual en Córdoba para lo que nosotros llamamos caballitos o carruseles, según. La debo a tres ayudantes de reporteros que me han acompañado esta tarde por el ferial. Luis, Diego, Martín, 13, 12 y 9 años, cruce de asturiana y cordobés, que cada verano pasan a esta parte del Payares huyendo del calor. Libreta y lápiz en mano, con una cámara preparada, nos hemos dado una vuelta, después de esperar una cola de varios cientos de personas.
El acceso fue rápido, si bien es necesario que las compañías de seguridad contraten personas que no confundan orden con altanería. A las preguntas sobre el aforo y el método de conteo me respondió de mala manera un uniformado con más músculo que seso, al que refrendó en su arrogancia su jefe. Aun cuando son más listos que nadie, en mi ignorancia me permito sugerirles que señalicen mejor la salida, asunto fundamental en casos de avalancha.
A las cinco de la tarde las bandadas de adolescentes superponen sus voces a las megafonías variopintas; a poco se oyen los gritos de los enjaulados en la noria y otros artefactos mareantes. Sin embargo, el ambiente entre los feriantes es de un cierto desánimo. Cándido, que lleva varios años viniendo a la Semana Negra para vender globos infantiles, recuerda con nostalgia la época de El Molinón, como la mejor para su negocio. Carmen, asiente, no le gusta salir en la foto, no está contenta. Pero claro, esto no es la Semana Negra, me recalcó el uniformado jefe, es la Semanona.
Las notas de los tres muchachos cordobeses eran unánimes: «A la salida encontramos una chica a la que no habían dejado entrar en la feria, sin darle ningún tipo de explicación, pero saltaba a la vista: era senegalesa».