Niebla
2023-07-15
¿Les cuento una historia preciosa? Niebla, el perro de Heidi, se llamó así solo en español. En el guion original, se llamaba José, pero la poeta Angelina Gatell, que daba voz a la tía de Heidi, consideró poco oportuno en España ese nombre para un perro. Le dieron permiso para bautizar al can como quisiera y Gatell se acordó del perro que Pablo Neruda encontró una noche de niebla en Madrid cuando iba a casa de Rafael Alberti; al que llamaron justamente así, Niebla, y que pasó con ellos toda la guerra civil, hasta que se perdió en la desbandada de Castellón. Gatell escogió ese nombre y coló de ese modo un discreto homenaje a la República y al exilio en una serie emitida durante el franquismo.
El diablo está en los detalles, pero también lo están el bien, la belleza; y también lo están las buenas historias, que anidan, a veces, en nidos chiquitines, inadvertidos, esperando una pregunta nuestra para sernos contadas. Pero habitamos una sociedad que no fomenta la atención, sino la desatención; que con sus ritmos endiablados, que en la velocidad en que nos mete y a la que nos obliga, nos atolondra, nos hace dispersos, y en esa dispersión nos cuela toda clase de trapacerías. También nos hace cometerlas. En los detalles y en la atención a ellos también están la justicia y la fraternidad. Desatentos, no nos fijamos en los otros. No advertimos el sufrimiento profundo en el que están inmersos a veces. Pienso en esa gente que se suicida y de la que la gente a su alrededor dice que nunca lo hubiera esperado: llevaba una vida aparentemente normal, aparentemente feliz. Desatentos, no nos fijamos en las señales sutiles que advierten el sufrimiento de los demás, que a veces una simple palabra amable bastaría para aliviar. Los agobios de la era también impiden a aquel a quien le tienta el suicidio verbalizarlo: no quieres molestar a los demás, tan agobiados, tan ocupados, con tus problemas.
Hay que cultivar la atención, ejercitarla. Es revolucionario. Lo decía Simone Weil. Y qué maravillosa mujer era Simone Weil.