Tierra, vino, cárceles, una aldea irlandesa y un rey rijoso
2021-07-14
Cuatro presentaciones librescas acogió ayer la Carpa del Encuentro, además de dos mesas redondas que glosamos en otra parte. La primera de esas presentaciones, a las 19:00, fue la de Pájaro del Noroeste, de Marta del Riego Anta, a quien acompañó Rosa Valle. Una novela negra que su sinopsis describre comno «una historia deslumbrante de aires góticos en torno a la maternidad y al desarraigo, donde el paisaje de la España rural, cargado de fuerza y misticismo, hilvana toda la trama y la convierte en un canto oscuro a la tierra y al vino», y de la que Del Riego confesó que el mundo campesino y vitivinícola que es el trasfondo de la trama es, dijo, «un poso que tengo desde mi infancia. Mis abuelos eran labradores, mis bisabuelos eran labradores, mis tatarabuelos eran labradores, y me encanta el mundo del vino; mi sueño sería tener una bodega. Y a lo mejor he volcado ahí muchos de mis miedos y deseos infantiles».
A las 19:30, turno para De prisiones, putas y pistolas: el desmantelamiento de ETA en la cárcel, de Manuel Avilés, a quien acompañó la exalcaldesa de Gijón y antes exdirectora general de Instituciones Penitenciarias Paz Fernández-Felgueroso. Su autor fue director del centro penitenciario de Nanclares de la Oca, en el cual se armara la llamada vía Nanclares de desarticulación de la banda terrorista, consistente en premiar con el acercamiento a este penal alavés a los presos arrepentidos que rompieran con la cúpula de la organización. Avilés explicó al público cómo dos atentados sucesivos de 1991 en los que murieron un niño en Erandio, Fabio Moreno, y quedó gravemente herida una niña en Madrid, Irene Villa, sacudieron a algunos presos de la banda que comenzaron a criticar a su propia organización. «En un gesto de temeridad», relató Avilés, un funcionario de prisiones atípico que prefería pasearse por el patio y los talleres a permanecer en el despacho, «yo grabé las primeras conversaciones de unos terroristas presos de ETA que criticaban a su propia organización quejándose de que mataran niños, de que se pusieran bombas a coches en los que había una niña que poco tenía que ver con ningún opresor del País Vasco». Aquello supuso «una conmoción importante» y supuso de algún modo el principio del fin de la banda; fin entre cuyos propiciadores Avilés no dejó de ponderar el mérito de Fernández Felgueroso: «Que no se lo pongan los que vinieron detrás y no hicieron nada».
A las 20:00, la Carpa de Encuentro recibió a Chesús Yuste, que acompañado por Aurelio Martín presentó La memoria de la turba, un libro en el que Yuste regresa al escenario irlandés de su primera obra, La mirada del bosque, poniendo en escena la alteración repentina de Ballydungael, un pequeño municipio de la Irlanda rural, cuando un historiador desvela que el héroe local, muerto durante la guerra civil en 1922, en realidad no fue asesinado por el bando rebelde, provocando una conmoción política de imprevisibles consecuencias; siendo además que un joven sacerdote desaparece en extrañas circunstancias, desatando todos los rumores en el vecindario. Irlanda es a juicio de Yuste, y de ahí su interés en esa nación, «un país que combina lo ordinario y lo extraordinario, con una fuerte impronta lírica y épica», y encaja bien en el estilo literario que caracteriza al autor aragonés; un estilo fundamentado en el sentido del humor. Su libro, expuso, «tiene crítica social, cierto costumbrismo, gastronomía, erotismo y sobre todo sentido del humor; ese sentido del humor que es muy irlandés y que es también la socarronería aragonesa, el humor gijonés o la retranca gallega».
Gloria bendita, de Juan Madrid, a quien acompañó Alejandro Gallo, fue la última novela presentada ayer en la Carpa del Encuentro; un libro tan sugerente como esta sinopsis: «María, una exdeportista que malvive con trabajos ocasionales, ha llamado la atención del Emérito. Una maquinaria oculta se pone en marcha para satisfacer los deseos reales bajo la batuta del comisario Romero, personaje complejo al servicio de los poderosos, que maneja, junto con su fiel e indescriptible esposa, los hilos en la sombra y urde negocios muchas veces ilícitos pero siempre lucrativos. Mientras tanto, Juan Delforo se documenta para un nuevo libro, una investigación sobre el espantajo del peligro comunista en el siglo XX, y se acerca a personajes cuyas actividades encubiertas propiciaron acciones que la historia oficial registra de manera muy diferente. Ningún hecho parece estar a salvo de la intervención de estructuras paralelas del Estado o del poder». Literatura combativa, ideológica, porque, como dijo Madrid, «toda literatura es ideológica, no hay una literatura que no sea ideológica», y, así como hay «escritores del régimen», invitados a todos los saraos y que reciben todos los premios, también los hay que disienten del régimen y vuelcan esa disensión en sus novelas. Entre ellos se ha contado siempre Madrid, y por eso es un viejo amigo de este festival que también disiente y combate.