Tini el semanero

Luis Miguel Piñera
2022-07-06
La fotografía que ilustra este artículo fue tomada en 1979, junto a la puerta del Ayuntamiento de Gijón. De izquierda a derecha, Elena de Uña, Luis Miguel Piñera («de joven era guapo», nos explica), María Jesús de Francisco, Miguel Álvarez Areces y Tini Areces. Cuenta Piñera que «todos acabábamos de salir del PCE por lo de Perlora, menos Elena, que era del PSOE y siempre fue del PSOE».
En Asturias ser semanero es ser fan de la Semana Negra de Gijón. Nada raro; lo raro sería no serlo. Todo partió hace tres décadas y media de mano del historiador y escritor Paco Ignacio Taibo II. Un encuentro de Taibo con el alcalde de Gijón, Vicente Álvarez Areces, hizo posible que en 1988 se celebrase en la ciudad la primera edición de la Semana Negra, y ya van treinta y cinco.
Con la disculpa de la literatura policiaca, la Semana Negra mezcla compromiso cultural con ocio creativo, y precisamente eso es cultura popular. La Semana Negra es una semana muy original. Para empezar, tiene diez días, porque en Gijón decidimos cuántos días tiene una semana. Diez días de cultura callejera, de tomar la calle para el mestizaje, para la beneficiosa contaminación entre atracciones feriales, exposiciones, conferencias, mercadillos, churros, música, exposiciones, pulpo y libros. Los medios de comunicación de medio mundo reflejan año tras año el éxito de la Semana Negra de Gijón, y su espíritu de vanguardia popular al aire libre.
Vicente Álvarez Areces, Tini Areces (Gijón, 1943-2019), impulsor de la Semana Negra, tiene ahora un paseo con su nombre en su ciudad natal. Fue militante antifranquista en la clandestinidad, profesor universitario, alcalde de Gijón entre 1987 y 1999, presidente del Principado de Asturias entre 1999 y 2011, senador por elección entre 2011 y 2019, Hijo Predilecto de Gijón en el año 2019, y semanero convencido. Toda su vida fue un hombre que llevó montones de vanguardia y de imaginación allí donde estuvo. Los que tuvimos la suerte de conocerlo recordamos esta historia que contaba como ejemplo de eso precisamente: de feminismo, de vanguardia y de imaginación. A finales de la década de 1950, en la academia obrera de José Luis Garcia Rúa, la había escuchado como parte de su formación: «El emperador Conrado II, allá por el siglo XIII en la actual Alemania, había cercado la ciudad de Weinsberg. En un gesto de supuesta generosidad prometió dejar libres solamente a las mujeres. Podían llevar con ellas sus bienes preferidos, pero tan solo los bienes que pudieran cargar ellas mismas. Las mujeres de Weinsberg salieron de la ciudad en fila, ante los ojos asombrados del emperador, cargadas con sus respectivos maridos a sus espaldas».
Vicente Álvarez Areces, Tini Areces, siempre empleó ante la intransigencia y la dictadura tres cosas: imaginación, trabajo e ideas avanzadas. Siempre haciendo gala de gijonismo, con la sangre roja y el corazón a la izquierda. A Quemarropa, decano de la prensa negra mundial, editó ocho números en la primera Semana Negra en 1988; entre 1989 y 1993 fueron siete números cada año; en 1994, 1995 y 1996 fueron nueve los días de Semana Negra, y a partir de 1997 se publicaron diez A Quemarropa cada año. Eso quiere decir que este A Quemarropa de hoy 9 de julio de 2022, dedicado a Vicente Álvarez Areces, hace el número 322. Seguro que él, profesor de matemáticas, encontraría algún significado a esa cifra. El 19 de febrero del año 2021 se aprobó que el paseo que bordea la playa de Poniente tenga el nombre de Vicente Álvarez Areces, y ahora, casi año y medio más tarde, eso se hace realidad.
Estamos de enhorabuena. Una vía urbana no es nada si no tiene un nombre, si no tiene una denominación que la diferencie de las de al lado, si no tiene una placa callejera que la haga particular e inconfundible. Con seguridad una vía no adquiere pleno significado hasta que deja de ser simplemente un lugar de paso (importante o secundario) para convertirse en algo propio de la ciudad. Entonces pasa a ser un lugar de memoria donde ocurren cosas, y un lugar debe tener un nombre.
El callejero de una ciudad posibilita (además de ordenar el espacio) una orientación simbólica. Desde el momento en que se titula a una vía pública, por ejemplo con el nombre de un personaje ilustre, por ejemplo con el nombre de Vicente Álvarez Areces, el lugar físico queda vinculado a esa figura histórica. La refiere y la hace presente.