Txapela noir
2021-07-14
Es mucha novela negra la que se escribe en Euskadi, y la SN siempre ha estado muy atenta a ella. Y por eso, para hablar de la novela negra que se escribe en Euskadi, hubo ayer que organizar no una, sino dos mesas redondas, una a las 18:00 y otra a las 21:00, la primera con la participación de Noelia Lorenzo, Carlos Ollo y Jon Arretxe, conducidos por Nacho S. Álvarez y Ángel de la Calle; y la segunda, con la de Laura Balagué, Juan Infante y José Javier Abasolo, conducidos por Luis Artigue.
Se habló en estas dos mesas de si realmente hay una novela negra vasca; si hay algo que una a la nutrida legión de escritores que escribe noir en las tierras de Jaun Zuria. Se manifestó de la opinión de que sí Carlos Ollo, que apuntó a una «novela climática», reflejo del paisaje y la idiosincrasia peculiar del País Vasco, como el humor socarrón de los caseríos que Abasolo aseguraría recoger en su personaje Goiko en la segunda mesa redonda; pero no así Arretxe, para quien «la gente piensa que hay una novela negra vasca, y nos conviene a todos, pero la verdad es que hay mucha diferencia de unos a otros; somos completamente diferentes, como nuestros propios paisajes». Hay novela rural y urbana; novela ambientada en las zonas vinícolas del sur de Navarra o en barrios de grandes ciudades como el de San Francisco, en Bilbao, donde Arretxe ambienta sus novelas. Un Bilbao del que Abasolo se declaró enamorado: «Me gustaba cuando era muy fea y ahora me gusta mucho más».
Sí hubo acuerdo total en las dos mesas en señalar a José Javier Abasolo, presente en la segunda, cuando fue descrito como «el Manuel Vázquez Montalbán vasco» por Luis Artigue, como papa de esta literatura negra prolija que también debe muchísimo a la editorial Erein, un sello peculiar, que agrupa a casi todos los autores vascos de lo que Jesús Palacios llama txapela noir. Lo ilustraba Lorenzo: «Erein para mí es diferente; conoces otras editoriales y no hay esa familiaridad; son súper familiares. Para esta Semana Negra», ejemplificó la autora, «nos ha hecho una de las editoras un grupo de WhatsApp y nos pregunta siempre si estamos agusto. El otro día, salimos en la tele, en un programa que se iba a grabar en Bilbao, y nos llevó otra de ellas en coche». En Erein, relató, «no te presionan nada; te sugieren cosas, pero no destrozan el manuscrito, ni lo convierten en otra cosa». Erein, aseveró, por su aprte, Arretxe, hizo una «apuesta grande» por un género despreciado y convirtió a Abasolo, y más tarde a Arretxe, en referentes a seguir por todos los autores que vinieron después. «Les hemos seguido, les hemos leído y ahora estamos en la misma editorial», contó Infante; y Balagué se declaró con «mucha suerte» de haberlos conocido ya antes: «Ellos me animaron a que mandara un manuscrito a la editorial».
