Vida, plenitud y belleza
La aventura de escribir

Ana Merino
2022-07-09
Nueve escritores invitados a la SN hablan de la escritura de sus libros; de la chispa que la motivó, las procelosidades de su proceso de documentación o las dificultades y obstáculos encontrados durante la redacción y cómo se resolvieron, con vistas a aconsejar y ayudar a escritores noveles o que aspiran a serlo. Comenzamos con Salvamento de hormigas, de Ana Merino.
Cada poemario tiene un ritmo de escritura, una condensación de ideas y sensaciones. La poesía siempre ha sido mi voz más introspectiva, mi mirada interior fabricando una especie de filosofía existencial que trata de dar sentido a lo que me rodea. Me asomo a los mundos que he vivido o a los universos que intuyo y contemplo con preocupación: presente, pasado y futuro se mezclan. Muchas cosas me maravillan y me asombran, y ese rastro de curiosidad y sorpresa también macera en mis versos. En este poemario arranco con un prólogo que he titulado Salvamento de hormigas y que da nombre al libro. Este poema recoge un ritual de mi infancia que define mi forma de ser y estar en este mundo. Yo era una niña que se dedicaba todos los veranos a salvar a las hormigas, me pasaba las horas rescatando insectos de la piscina. Con esa materia prima de mi propia niñez metiendo las manos en el agua y soplando a las aturdidas hormigas para que se secaran más rápido construyo un poema. Lo poético creo que está en la capacidad de compartir imágenes y volverlas energía vital, plenitud y belleza. Yo trato de que lo poético habite en mi escritura, aunque se asome a la sencillez de lo cotidiano, lo que todos comprenden, lo que nos reconforta.
En este libro formulo tres espacios muy distintos. Arranco con una primera parte que he titulado «Desbordamientos», donde está mi fascinación por los cómics. La niña lectora, que ahora es una orgullosa teórica de la historieta, que ha crecido leyendo cómics, los quiere convertir en energía poética, en versos que expresen el esplendor de lo que representan. Por eso está el dibujante, están las viñetas, están las onomatopeyas, la línea o el continuará de lo seriado. Está el gozo lector que se queda ensimismado en las secuencias que dibujan escenas y cuentan historias. La segunda parte de este poemario se titula «Distancias» y allí poetizo el fútbol, las mudanzas o los paseos, pero también reflexiono sobre el sufrimiento y me acuerdo de la guerra en Alepo, de los niños ahogados en las playas, de la desesperación de los inmigrantes, de la angustia que alimenta el dolor de estar lejos los unos de los otros. «Naufragios» es la tercera parte del libro y en ella los poemas se asoman al futuro con mucha cautela. La materia que nos rodea se compone de infinitos desperdicios. Estamos ahogados por la basura, por el plástico que lo marchita todo. Pero también hay esperanza, la posibilidad de volver al paraíso, a los bosques y a las selvas. Al amor que nos redime y nos salva.
Termino el poemario con un epílogo que se interroga sobre la literatura. Me pregunto: «¿Por qué la literatura?», y me voy respondiendo con versos que creen en la imaginación, en el pensamiento pleno, en el cobijo milenario de todas las palabras.
Siempre he sentido la poesía como una alquimia que nos ayuda a sobrellevar la pena y nos hace más cercanos y empáticos. Por eso al escribirla pienso en la pequeñez de las hormigas y la infinitud de las galaxias, y ambas las siento como la misma cosa. La poesía es un refugio para el que la lee y para el que la escribe. Esconde claves secretas que nos darán respuestas en los momentos más difíciles. La poesía tiene algo de instante verdadero, de fraternidad, de amor puro. He escrito poesía desde que era niña, por eso en mis poemas vuelvo muchas veces a la niña que fui y me sonrío viéndola feliz en ese pasado luminoso de la infancia. Pero en mis poemas también está representada la oscuridad del presente, de un mundo que deja a muchas personas atrás, que se olvida de todo lo que nos une, que se resiste a encontrar la dicha poética que alberga al ser humano.