Las huellas de la memoria

Facundo Pastor
2023-07-14
Escritores invitados a la SN hablan de la escritura de sus libros; de la chispa que la motivó, las procelosidades de su proceso de documentación o las dificultades y obstáculos encontrados durante la redacción y cómo se resolvieron, con vistas a aconsejar y ayudar a escritores noveles o que aspiran a serlo. Hoy, Emboscada, de Facundo Pastor.
No sé si es fácil establecer un momento exacto sobre el punto de partida. De hecho, es una pregunta que muchas veces me hago. Una pregunta abierta. Un pensamiento inconcluso. ¿Cuándo comenzó este libro? ¿Cuando a los quince años leí, por primera vez, Operación Masacre y estuve varias noches sin dormir? ¿Cuando quedé deslumbrado frente al cuento Esa mujer y pude sentirme adentro de ese living oscuro donde se respiraba una atmosfera tan densa como inquietante? ¿Cuando empecé a interesarme por el secuestro y la desaparición de Rodolfo Walsh? ¿O cuando terminé de leer el expediente judicial que investigó los delitos de lesa humanidad cometidos en la ESMA, donde se perdió el rastro del cuerpo del escritor?
La idea final de Emboscada surgió en medio del silencio de la pandemia. Fueron días de miedos e incertidumbre, pero sobre todo de mayor introspección. Tomo ese período como el comienzo formal del proceso de escritura. Encerrado en mi casa de Buenos Aires, empecé a ordenar un caos de información que venía desarrollando. Ahí encontré cierta resonancia. Aparecieron las primeras conexiones entre las ideas y los datos, y cuando me quise acordar ya estaba a mitad de camino.
Hacía tiempo que venía recopilando material sobre la caída de Walsh. Me parecía increíble la poca información que había sobre sus últimos días. Poco y nada. ¿Cómo fueron esos meses previos al 25 de marzo de 1977 cuando fue secuestrado y desaparecido? ¿Cómo recorrían esas horas lo militantes perseguidos? ¿Cómo fue esa idea decisiva de regresar a la literatura en medio del asedio militar? Ahí encontré un camino para recorrer, un hueco por donde entrar a esta historia tan dolorosa como necesaria.
Relaciono mucho el proceso de escritura con el silencio. El silencio de la noche. En esa zona de sigilo también aprendí a ser paciente en el proceso de reescritura. A no frustrarme si había que cambiar algo que sentía que no funcionaba. Entendí que reescribir es más importante que escribir. En definitiva, es semejante a afrontar un desafío complejo: el de aplicar la mejor estrategia para que brillen más las palabras, los párrafos, los comienzos, los finales.
A lo largo de la escritura advertí que en las huellas imborrables de la memoria hay un lenguaje propio. Aprendí que existe un mecanismo entre los sobrevivientes del terrorismo de Estado. Un ejercicio de retroalimentación de los recuerdos. Esa memoria asediada por fantasmas del pasado suele fundirse con los temores del presente. Para ellos recordar no sólo es volver a contar, sino también es volver a revivir el horror, volver a recorrer los pensamientos más oscuros, las horas más sórdidas.
Por eso muchas veces preferí (elegí) no insistir en la búsqueda de información, no obsesionarme con la precisión de un dato. Cuando un sobreviviente recuerda, algo dentro suyo se desadormece, algo de su cuerpo se descongela. En la mayoría de los casos, cuerpos marcados para siempre con la memoria del horror. En muchas entrevistas escuché frases que iban en ese sentido. Eran pedidos de clemencia en el ejercicio de la memoria. Al ser consultados, muchos me dijeron: «déjame pensar más», «volvé a llamarme más tarde» o «necesito otro dato para poder recordar».
La memoria individual fue necesaria en esa búsqueda que emprendí, pero también la memoria colectiva se construye en cada acto individual. Este libro intenta hacer un aporte a ese logro colectivo. La victoria de la memoria por sobre el intento del olvido y la negación.
Uno de los misterios irresueltos de la literatura y la política argentina tiene que ver con el destino de la obra inédita de Walsh que el «grupo de tareas» le robó de su casa en San Vicente horas después de secuestrarlo. Emboscada sigue, con ritmo de novela negra, el destino de los papeles personales y algunos cuentos inéditos de Rodolfo Walsh que aún hoy, y como su cuerpo, siguen sin aparecer.