Lideresas
Mujeres trabajadoras

Arantza Margolles
2023-07-14
Decíamos ayer: lideresas. Es curioso. Pónganlo en Twitter. El motor de búsqueda se lo cambiará automáticamente por líderes, por si acaso se han confundido al escribir. Hay que pulsar click: no, sí, he querido decir lideresa. Se desplegarán varios comentarios. Negativos, la mayoría de ellos. Según la RAE, sin embargo, lideresa es el femenino de líder, sin más. «Persona o entidad que va a la cabeza entre los de su clase, especialmente en una competición deportiva». Por alguna razón, sin embargo, desde hace un tiempo (aproximadamente el mismo en que comenzó a haber con mayor o menor profusión lideresas en el sector público), la palabra, en femenino, se utiliza para faltar. Como si su definición oficiosa fuese: dícese de aquella mujer que dice mandar, pero que lo hace con dejes autoritarios y vodevilescos. Así. Hace unos días, salió en los medios nacionales que las universidades de Sevilla y Viena habían desvelado las novedades sobre un hallazgo arqueológico no tan sorprendente en una cámara funeraria en Castilleja de Guzmán: en la tumba más lujosa de todo el yacimiento quien reposaba eternamente era… una mujer.
Hoy la ciencia lo tiene fácil para sexar restos humanos, aunque de ellos solo queden huesos descarnados. Los de la lideresa de Castilleja, que vivió hace unos 5000 años, se habían encontrado en 2008, pero parece se que hasta ahora nadie se había planteado la posibilidad de que fuera una mujer. La enterraron con colmillos de elefante; adornos de ámbar; una daga de cristal de roca y huevos de avestruz. A cierta distancia, en una tumba colectiva, reposan los cuerpos de veinte mujeres más, que fueron enterradas untadas con pasta de cinabrio, pero eso, en su día, no revistió extrañeza. Habrían sido, decían los medios, sacerdotisas o pitonisas, cosa que no extraña; fíjense la diferencia: el chamán manda, es líder; la sacerdotisa se pliega a su Dios. Todo correcto. Hace solo cuatro años, cuando los designios de la antropología aún no habían hablado, todavía se decía de la persona enterrada con los colmillos de elefante que era un gran hombre, un líder; se hablaba de poder y de jerarquías y eso tampoco extrañaba. «La primera lideresa de la historia de la península ibérica», titulan ahora, descubierto el pastel, los medios: la sorpresa. ¿No habrán querido decir líder?, se preguntaría Elon Musk, mientras reta a Zuckerberg a medirse la salva parte. Que sea lo que Dios quiera, pero seguro que el colmillo de la de Castilleja les gana por goleada.